jueves, 3 de abril de 2014

Evolución de los Relojes

LOS PRIMEROS RELOJES

En sus primeras observaciones el hombre notó que la sombra variaba de acuerdo con la posición del sol.

Así nació el gnomon, que consistía en un bastón incrustado en el suelo perpendicularmente, y en tierra se señalaban surcos que indicaban los distintos momentos del día.



Hubo un reloj de sol de proporciones descomunales ,encargado de construir por Augusto en el año 10 a.C.. Conocido con el nombre de Horologium Augusti, ocupaba la extensión aproximada de dos campos de fútbol y su gnomon (el “palito” que da la sombra) era un obelisco que medía 22 metros de altura.

El obelisco se partió y fue olvidado en algún momento de la edad media. En el siglo XVIII fue recuperado, restaurado y trasladado a la Plaza Montecittorio donde aún permanece. Del suelo sólo hay unos pocos vestigios encontrados recientemente.
Por eso se hacía necesario medir el tiempo como transcurso y no como visual. Así aparecieron los relojes de cera, velas de duración prevista. A medida que se iba consumiendo la vela (marcada) señalaba un determinado período de tiempo.
Los relojes de arena no se diferenciaron demasiado de las clepsidras, salvo en la utilización de arena como elemento a deslizarse.

Pero todos estos relojes utilizados no lograban tener exactitud, y surgió la necesidad de lograr mantener un ritmo exacto en el fluir de los elementos del marcado del tiempo.



Por lo tanto el hombre debió recurrir a la invención de elementos basados en la mecánica.
Surgió la necesidad de dar exactitud a la medida del tiempo. Es decir, dividirlo en fracciones exactas, con ritmo constante.

Fue necesario recurrir a un péndulo o balancín con resorte o peso, movido por un mecanismo regulador, así es como se inventa el "escape", y se debe agregar una aguja o elemento que señale las mediciones, y que debe moverse regularmente, para lo que se agrega un sistema de ruedas.


El primer motor de relojería estaba formado por pesas, cuerdas o cadenas alrededor de ruedas y se iban desenvolviendo. Los relojes medievales más importantes eran de pesas, construidos en torres y campanarios, como el de Dijón, el del Palacio de Justicia de París y el de la Catedral de Salsbury. Y también se construyeron grandes despertadores con este sistema de pesas.

En el Siglo XIV algunos nobles y señores comienzan a tener en sus casas relojes privados de pesas.
Alrededor del año 1500 comienza a utilizarse el resorte, que reemplazaba al sistema de pesas y permitía la fabricación de relojes más pequeños, portátiles, y que dio lugar a la realización de bellísimas artesanías y obras de arte de la mecánica y la orfebrería de la época.
Evoluciona éste sistema al llamado "escape de áncora", y el foliot da lugar al balancín vertical que dará origen al péndulo.


                                           "Los relojes modernos"

El diseño original fue conocido por el físico holandés Juan Cristiano Huygens y descubrió que el péndulo debe describir un arco y no un círculo.

La cicloide la señaló entre dos segmentos que delimitan su trayectoria para lograr el perfecto período. Y en 1675 él mismo creó el resorte en espiral regulador, mecanismo muy simple para hacer funcionar los relojes de bolsillo.

Al comenzar el Siglo XIX, un relojero suizo, Louis Berthoud inventó el cronómetro y fue perfeccionado el sistema de cuerda.


El reloj fue un invento necesario para medir el tiempo. Pero muchos de los realizados a través del tiempo tuvieron una finalidad de adorno, de joya, de obra artesanal, de elemento que exigían las costumbres, de trabajo de orfebrería, de valioso regalo y más. 


En 1542 le regalaron a Guidobaldo della Rovere un reloj de campana encastrado en el pomo de un bastón.

Enrique VIII de Inglaterra usaba un reloj muy pequeño al que se le daba cuerda cada ocho días.

En 1755, Beaumarchais inventó para la Marquesa de Pompadour, un reloj de bolsillo sin llave y que -con la uña- se hacía girar un anillo montado sobre el cuadrante.

En la Francia de los Valois se fabricaban relojitos de bolsillo con formas de almendras o bellotas.

Una clepsidra de un tamaño considerable se halla en la Galería del Claridge en los Campos Elíseos.




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